Un módulo compartido por dos figuras polémicas

En el corazón de la cárcel femenina de San Miguel, la convivencia entre reclusas suele ser tensa, pero pocas veces se mezclan en un mismo espacio dos nombres tan mediáticos como los de Cathy Barriga y Leonarda Villalobos. Por un lado, Barriga, exalcaldesa de Maipú, enfrenta cargos graves por fraude al fisco y falsificación de instrumento público, acusada de manejar de forma fraudulenta cerca de 33.500 millones de pesos desde su puesto municipal. Por el otro, Villalobos, abogada vinculada al bullado caso Audios, permanece en prisión preventiva señalada por delitos de cohecho, crímenes tributarios y lavado de dinero. Su cercanía en el Módulo 2 de San Miguel era, de por sí, una bomba a punto de estallar.

La rutina en este módulo giraba en torno a pequeñas tareas y acuerdos entre internas. A inicios de 2025, según fuentes del penal, fue una simple colecta para comprar una tetera lo que detonó el conflicto. Lo que en cualquier entorno parecería un trámite menor, aquí degeneró en una serie de discusiones acaloradas. Barriga no dudó en acusar a Villalobos y otras reclusas de hostigamiento y malos tratos, desatando una tormenta verbal que pronto involucró a la mayoría del grupo. La tensión subió rápido y aunque no hubo agresiones físicas, la situación obligó al personal de Gendarmería a intervenir antes de que la situación se saliera de control.

Reacción oficial y las consecuencias internas

La reacción del sistema penitenciario no se hizo esperar. Buscando evitar que las cosas llegaran a mayores, Gendarmería optó por trasladar a Villalobos al penal de San Joaquín, en una decisión que apuntaba a cortar de raíz el foco generado. Otras internas también recibieron sanciones disciplinarias, mientras que los equipos de vigilancia reforzaron su supervisión en el módulo afectado. Pero el asunto no quedó solo en medidas administrativas internas: el Ministerio Público, particularmente la Fiscalía Sur de Santiago, abrió una investigación penal para establecer si hubo delitos en los hechos que rodearon la pelea, dando paso a una nueva etapa judicial en la ya compleja situación de ambas reclusas.

Hoy, Cathy Barriga sigue en el Módulo 2 de San Miguel, más aislada que al llegar, mientras que Leonarda Villalobos continúa su prisión preventiva en San Joaquín, con un régimen estricto y menos contacto con sus antiguas compañeras. Las miradas mediáticas no solo se enfocan en sus causas judiciales originales —fraude y corrupción por un lado, cohecho y lavado por el otro— sino ahora en sus perfiles penitenciarios y el ambiente carcelario. Cada movimiento, cada palabra y cada conflicto suma presión a casos que ya de por sí han marcado la agenda nacional por la magnitud del dinero envuelto, la gravedad de los delitos y la exposición pública de sus protagonistas.

Mientras la investigación penal sigue su curso, el episodio de la tetera en San Miguel revela la fragilidad de la convivencia en los centros penitenciarios, donde los egos, las reputaciones y las causas judiciales pesan tanto como los barrotes.