Palabra de Honor: qué significa y por qué importa en Chile

La Palabra de Honor, un compromiso moral que no necesita escritura ni firma, solo integridad. También conocido como compromiso ético, es lo que mantiene unidas a las personas cuando no hay testigos, ni leyes que obliguen. En Chile, donde la confianza en las instituciones ha fluctuado, la Palabra de Honor se convierte en el último pilar de credibilidad. No es un concepto abstracto: lo ves cuando un político cumple una promesa hecha en un mitin, cuando un deportista acepta una sanción aunque nadie lo vio hacerlo, o cuando un vecino te dice que te devolverá el dinero y lo hace sin recordatorios.

Está relacionada directamente con la ética, el conjunto de principios que guían las acciones más allá de lo legal. Sin ética, la Palabra de Honor se desvanece. También se conecta con la responsabilidad, la capacidad de asumir las consecuencias de lo que dices o haces. Y no es solo un tema individual: cuando una figura pública rompe su palabra, afecta a toda la comunidad. Lo vimos en el caso de Luis Hermosilla, cuyo arresto domiciliario fue suspendido por duelo familiar: la justicia reconoció su humanidad, pero muchos preguntaron si su palabra anterior había sido suficientemente firme. En el deporte, cuando Sabalenka aceptó que su doble cita ayudó a Djokovic, no ganó puntos en el ranking, pero sí respeto. Eso es Palabra de Honor: hacer lo correcto aunque no te beneficie.

Y no es algo que solo exista en los titulares. Lo vives cada día: cuando un trabajador de Aguas Andinas te avisa que cortarán el agua, cuando un periodista como Cristián Cavieres cambia de emisora sin mentir sobre sus motivos, cuando una familia en La Dehesa decide no usar su influencia para silenciar a otra. Esas son las pequeñas victorias que construyen confianza. En una época donde todo se negocia, donde los contratos son largos y las redes sociales exigen reacciones inmediatas, la Palabra de Honor es la única moneda que no se devalúa. Lo que sigue aquí no son solo noticias: son historias de personas que eligieron cumplir, incluso cuando nadie las miraba. Y eso, en Chile, sigue siendo raro. Y valioso.