Boleta Única de Papel: qué es, cómo funciona y por qué importa en Chile

La Boleta Única de Papel, es el formato físico de votación que los chilenos usan en elecciones nacionales para elegir presidentes, parlamentarios y autoridades locales. También conocida como Boleta Única, reemplazó a las viejas papeletas de colores y se impuso como el sistema más transparente y fácil de verificar desde 2012. No es solo un pedazo de papel: es el corazón del voto secreto y la base para contar votos sin depender de máquinas o conexiones electrónicas.

El SERVEL, es el organismo estatal encargado de organizar las elecciones en Chile, desde la impresión de las boletas hasta el cierre del padrón electoral se asegura de que cada boleta tenga el mismo tamaño, el mismo diseño y los mismos candidatos para todos los votantes. Esto evita confusiones y reduce errores. En 2025, el padrón electoral cerró con más de 15 millones de personas habilitadas, y cada una recibió su boleta única en su mesa de votación. No hay excepciones: ni digital, ni por celular, ni por app. Solo papel, lápiz y una urna.

La votación, es el acto más directo que tiene un ciudadano para influir en la política y la Boleta Única de Papel lo hace simple. En las elecciones presidenciales, por ejemplo, hay una sola hoja con todos los candidatos. Tú marcas solo uno. En las legislativas, la boleta cambia según la circunscripción, pero sigue siendo una sola. No hay que juntar varias, no hay que elegir entre listas distintas. Eso reduce el riesgo de votar mal y facilita el recuento. Por eso, incluso cuando otros países prueban el voto electrónico, Chile sigue firme en el papel: porque funciona, porque se ve, porque se cuenta y porque nadie puede decir que se manipuló.

En 2023, cuando se discutió si se debía volver a las boletas por partido, la respuesta fue clara: no. La Boleta Única de Papel no es un relicario del pasado, es una herramienta viva. La padrón electoral, es la lista de quienes pueden votar, y se actualiza cada año para incluir a nuevos ciudadanos, expulsar a los fallecidos y corregir errores. Si tu nombre no aparece en el padrón, no te dan la boleta. Punto. Eso hace que el sistema sea controlable, auditable y, sobre todo, confiable.

Lo que ves en las noticias —el caos en las filas, las colas en las escuelas, los observadores con clipboards— todo eso gira alrededor de esta boleta. Es el mismo papel que usó tu mamá en 2017, que usaste tú en 2021, y que usarán tus hijos en 2029. No es glamour, no es tecnología de punta, pero sí es democracia en estado puro. Y por eso, cada vez que se cierra el padrón, se imprimen millones de boletas, se reparten en cada rincón del país, y se espera que cada chileno sepa: tu voto no es un clic. Es una marca en papel. Y eso, en un mundo lleno de ruido, sigue siendo la mejor forma de decir lo que piensas.

En las siguientes noticias, verás cómo este sistema ha sido parte de escándalos, ajustes legales, debates sobre migrantes y hasta intentos de modificarlo. Pero siempre, al final, vuelve a estar ahí: la boleta de papel, lista para ser marcada.